This is our war (IV)

Iris se alejó de él, apoyándose en el alféizar de la ventana. Hacía mucho tiempo que había decidido no derramar una lágrima por nadie y menos por un hombre. La situación comenzaba a escapársele de las manos. Jugar a los amantes prohibidos en medio de una guerra no era buena idea. Pero ella quería romper todas las reglas. Si iba a morir, al menos quería castigar a Derek. Porque él era el culpable de que ella buscara lo que él no era capaz de ofrecerle en otros.

—Vete —exhortó con todo el orgullo que le quedaba en el cuerpo.

—Joder, Iris, ¿a qué viene esto? Ya sabes que...

—Es que estoy cansada de jugar. ¡Vete! —se acercó a él, empujándolo contra la puerta—. ¡Vete, vete!

James estaba atónico. Miró fijamente a aquella mujer con la que tantas noches de placer había pasado y, tras un par de segundos de vacilación, decidió cumplir su deseo, saliendo de la estancia. Al pensar en Derek se habría una herida que no parecía llegar a cicatrizar. Iris no transigiría que pasara lo mismo con James.

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